El pasado 11 de mayo, a los 64 años de edad, nos dejaba de manera inesperada, nada más y nada menos que Antonio Gea Barberá.
Antonio Gea fue una persona peculiar e irrepetible, de esas pocas que a malas penas se pueden contar con los dedos de la mano a lo largo de nuestras vidas. Tenía las titulaciones de químico y farmaceútico, y tuvo a bien dedicarse un tiempo a la noble labor de la enseñanza, pero sobre todo era un erudito, un cultivador de amigos. En sus amenas conversaciones avaladas por su arrollante personalidad, a lo largo de las tertulias de sobremesa o de las muchas excursiones que compartimos, pocos temas se le escapaban. Tenía profundos conocimentos en historia y sobre la cultura hispano-musulmana, así como en numerosos aspectos etnográficos de nuestra cultura más cercana. En el campo, daba gusto oirlo hablar sobre geología y geografía física y era un fiel seguidor de nuestra trayectoria divulgativa de la botánica, por lo que no dudó, junto a Gemma López Vélez, en convencernos, hace ya muchos años, sobre la idea de crear la Asociación Murciana de Amigos de las Plantas (AMAP). Desde entonces, fue sin duda alguna, el más sólido asistente a cualquier tipo de evento. Atrás deja numerosos proyectos, charlas, excursiones, comidas y sobremesas que ya nunca compartiremos con él, al menos físicamente, pero en las que estará presente por muchos años. Dicen que nadie muere mientras queda en los recuerdos de los seres que lo apreciaron, por lo que auguramos una larga vida a Antonio.
Gracias, Antonio, por los momentos que compartiste con nosotros y por la impronta que nos dejarás el resto de nuestras vidas.
Antonio ha muerto,¡viva Antonio!.